La Maldición del Espectador

En un rincón oscuro de la web, un vídeo comenzó a circular, susurrado entre foros prohibidos y compartido entre usuarios ansiosos por descubrir el contenido que las plataformas principales eliminaban con velocidad. Su título, "La Justicia de los Herejes", prometía un espectáculo macabro, pero quienes se atrevían a verlo jamás vivían para contarlo.

El vídeo mostraba a un hombre joven, vestido con ropajes gastados y ojos brillantes de desafío, atado a un poste en un círculo ritual. A su alrededor, figuras encapuchadas recitaban palabras incomprensibles. Era Caleb Draven, un brujo conocido en los rincones más oscuros de la magia negra. Había sido capturado por fanáticos, quienes lo consideraban una amenaza para la pureza de la humanidad.

Entre gritos de agonía y maldiciones, Caleb proclamó su último hechizo antes de ser ejecutado.

-Quien sea que mire esto, que escuche mis gritos, sentirá mi furia. Mi carne será su castigo, mis gritos serán su condena.

Lo que nadie sabía era que aquel ritual había desatado una maldición terrible: el alma de Caleb quedó atrapada en el vídeo, transformándolo en una trampa mortal. Cada vez que alguien reproducía el archivo, su espíritu, fragmentado y sediento de venganza, cobraba vida.

Si alguien miraba el momento en que su brazo era amputado, una figura fantasmal sin brazo emergía de las sombras para arrancarle el tuyo.
Si escuchaban sus gritos prolongados, los ecos atormentaban sus mentes hasta llevarlos a la locura.
Y si veían el final del vídeo, donde sus ojos brillaban con un odio eterno, esos mismos ojos se materializaba en la oscuridad, observando hasta que el espectador dejaba de existir.
La maldición no hacía distinciones. Podías ver el vídeo por curiosidad, por desafío o por accidente. Una vez que el archivo era reproducido, el espíritu de Caleb marcaba al espectador para siempre. Pero al fin al cabo, sólo eran rumores... ¿Cierto? Y tú.. ¿Tienes el estómago para verlo?