Lucía siempre ha sentido que el mundo no tiene un lugar para ella. Entre un hogar roto y una vida social inexistente, el vacío parece ser su único compañero. Encerrada en su soledad, ha aprendido a sobrevivir sin esperar nada de nadie.
Pero todo cambia el día que conoce a Daniel, un chico diferente, con una sonrisa que parece iluminar incluso sus días más oscuros. Daniel no solo le ofrece amistad, sino algo mucho más profundo: una conexión con Dios, una esperanza que Lucía nunca había considerado posible.
A medida que Lucía se atreve a abrir su corazón, descubre que sanar no es fácil, especialmente cuando los fantasmas del pasado siguen acechándola. Sin embargo, en su lucha por encontrar un propósito y reconciliarse consigo misma, Lucía aprenderá que, incluso en los lugares más oscuros, siempre hay un refugio donde habita la esperanza.