11 parts Ongoing MatureEn el paddock, todos sabían que Lando Norris era el sol que iluminaba los días más grises. Sonreía con facilidad, reía con fuerza y abrazaba con ternura. Tenía un corazón tan grande que incluso los más duros pilotos se derretían un poco con él. Pero si había alguien que se derretía más que nadie, ese era Oscar Piastri, su pareja. Su "papi".
Oscar era todo lo contrario. Silencioso. Frío para quienes no lo conocían. Serio, inexpresivo. A veces daba miedo. Pero todo eso se desvanecía cuando Lando entraba en la habitación. Bastaba con que el Omega lo mirara con sus ojitos brillantes para que el Alfa se ablandara como mantequilla al sol.
-¡Papi! -exclamó Lando un día después de una carrera, corriendo con los brazos abiertos.
Oscar abrió los brazos sin decir nada, pero la forma en la que sus dedos se enredaron en el cabello de Lando mientras lo abrazaba, dijo todo lo que no podía poner en palabras.
-¿Ganaste? -preguntó Lando emocionado.
-Sí -respondió Oscar, acariciándole la espalda.
-¡Sabía que lo harías! Eres el mejor. Mi campeón. Mi Alfa.
Y Oscar no respondió con palabras. Solo lo abrazó más fuerte, más tiempo, escondiendo la cara en el cuello de Lando, aspirando su aroma dulce con esa mezcla de lavanda y miel que tanto lo calmaba.
Los demás pilotos miraban desde lejos. George resoplaba, celoso. Charles rodaba los ojos. Max murmuraba "qué empalagosos" mientras miraba de reojo.
Pero a nadie le sorprendía ver cómo Oscar llevaba la botella de agua de Lando, cómo cargaba su bolso, cómo le ponía la chaqueta sobre los hombros si hacía frío, cómo lo envolvía con sus brazos si alguien se acercaba demasiado.
Una vez, durante una rueda de prensa, un periodista insinuó que Lando solo era "la cara bonita del equipo".