Dicen que el amor llega cuando menos lo esperas, pero nadie te advierte que también puede destruirte en silencio, como el agua que erosiona la roca hasta que no queda nada.
Yo no creía en finales trágicos. Pensaba que esas historias solo vivían en los libros, en las películas, lejos de mí. Hasta que la conocí. Desde el principio supe que estaba destinada a cambiarme, a arrancar de mí algo que jamás podría recuperar. Pero jamás imaginé que ese cambio sería como un incendio que arrasa todo a su paso.
Ella me miró aquel día, con sus ojos llenos de secretos y su sonrisa que escondía tormentas, y sin darme cuenta, me lancé al abismo. Tal vez fue culpa mía por no detenerme cuando pude. O tal vez hay historias que simplemente nacen para terminar mal.
Si alguna vez amaste a alguien tanto que no te importó perderte en el proceso, entonces quizás entenderás por qué estoy aquí, intentando juntar las piezas de lo que quedó. Porque al final, no importa cuánto luches, a veces amar no es suficiente.
Esto es lo que quedó de nosotros.
De ella y de mí...