Anémona

En la vida todo es pasajero:
Las personas.
Las mascotas.
Los sentimientos.
Lo material.
Y hasta la vida misma.

Pero, ¿quién inventó las reglas de la vida?

¿Quién puede asegurar que algo será pasajero o no?

Por eso volviste a mi, desafiando todas leyes de la vida como te sea posible, como en aquel tiempo.

Cuando toqué fondo y no había nada más hermoso para mí que el vacío tranquilizador y lo cálido que se sentía estar de esa forma, las voces en mi cabeza callaron por fin, el miedo e incertidumbre que se encontraban atados como cadenas en mi corazón ya no dolían más, y no sentía que me ahogaba con todos mis sentimientos reprimidos y reemplazados por mis responsabilidades. Si, la muerte me parecía sumamente hermosa en esos momentos.

Pero llegaste, con esa misma sonrisa, esa mirada inusual y ese brillo a tu alrededor que me parecía tan atractivo.

Supe entonces que no te había olvidado, siempre estabas presente para mí.

Y me salvaste, como en aquel entonces, ofreciendo a mí y solo a mí tu más lindo y puro sentimiento, que todos interpretan como pasajero, pero que yo haré que sea eterno.

Porque fuiste mi Anémona, aquella que me ofreció una calma momentánea, pero que volvió, ofreciendo mucho más que calma a mi ser volviste, y ya no te dejaría ir de nuevo.