En el vasto e imponente escenario del palacio celestial, una relación intensa y llena de matices se desarrolla entre Daishinkan, el Gran Sacerdote, y Shin, el Supremo Kaioshin. Lo que comienza como un gesto de dominio se transforma en una conexión profunda y compleja, donde cada marca que Daishinkan deja en el cuerpo de Shin no solo simboliza poder, sino también protección y deseo. Entre la lucha interna de Shin por comprender sus propios sentimientos y la firme determinación de Daishinkan de reclamar lo que considera suyo, esta historia explora los límites entre el control, la entrega y el amor celestial.