Donde empieza el ruido

Ser vecinas nunca fue fácil, pero ser enemigas lo hizo aún peor. Chiara, con sus guitarras, pianos y el estruendo de su música, convertía cada día en un desafío para la paciencia de Violeta. Por su parte, Violeta había hecho de las fiestas ruidosas y espontáneas su campo de batalla, asegurándose de que Chiara nunca tuviera una noche tranquila.
En el instituto, la historia no era diferente. Las miradas cruzadas, los comentarios sarcásticos y el esfuerzo constante por opacarse la una a la otra habían convertido a ambas en una fuente inagotable de drama. Pero las paredes finas y los pasillos compartidos no eran lo peor que enfrentaban; lo peor estaba por venir: un proyecto que las obligaría a colaborar.
Porque donde comienza el ruido, puede que también empiece algo más.