Furia

El alma humana es como el cristal, fácil de quebrarse.

Para ser una asesina, primero debes abandonar tu humanidad, sin embargo, yo nunca la tuve.

Por años alimente ese agujero negro, lo cubrí de sangre y muerte, nunca me importó otra cosa.

Sin embargo la armadura de hielo se quebró desde aquel instante.

Una misión nunca me había cambiado tanto la vida como aquella. Fue un choque de energía que acabó despertándome y cuando lo hice, solo pude verlo a él.

Aprendí que los asesinos también pueden amar, o al menos intentarlo. Y yo, entre una interminable lista de intentos fallidos, seguía luchando por tener su corazón aunque eso significara darle el mío.