Olga, 35 años. Rusa. Oficial de policía y militar en las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas de su país. Mujer de mucho carácter y dura como el acero, «rojiparda» ultranacionalista y de mentalidad rusa hasta la médula, lo que implica ser profundamente homófoba, pese a no ser demasiado femenina y a haberse educado en un entorno libre de roles de género.
Pese a todo, ya se dice que las personas son como son por alguna razón y Olga no ha tenido una vida nada fácil, algo que la ha endurecido profundamente hasta el punto de parecer una persona cruel y despiadada y de reprimir su verdadero yo y sus sentimientos y no saber cómo expresarlos.
Yo, Clara, 27 años. Española, catalana. Autista. Chica introvertida y excéntrica apasionada de la historia, la religión y el arte y que ama pasar su tiempo libre en soledad, sobre todo viajando y visitando lugares históricos. Esta vez viaja por Rusia ya que en especial le interesa este país, sobre todo por sus bonitos lugares y paisajes, su historia y al mismo tiempo su desconcertante panorama político.
Pese a mi autismo y a ser muy introvertida y encerrada en mi misma, soy una persona más bien débil de carácter, muy sensible, sentimental y enamoradiza.
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aquel chico que se burlaba de mí por mi sobrepeso y al que ahuyenté cuando decidí defenderme. Mi encuentro con él y mi comentario imprudente en la fila para votar es el inicio de una propuesta que no puedo rechazar, así como tampoco puedo negar la profunda atracción y el inmenso deseo entre los dos.
De la noche a la mañana me he vuelto la futura dama y también he descubierto que soy la obsesión del presidente.