A veces, nuestro destino no está en nuestras manos.
No nos gusta creerlo. La mayoría de veces es falso. No siempre.
No siempre, pero a veces, un pequeño hilo imperceptible nos ata poco a poco, y nos arrastra a nuestro "destino".
El destino suele ser un lugar, un que. Pero también puede ser un quién. Alguien de quien nos engancharemos tanto que optaremos por correr lejos. Tan lejos, que un día en nuestro trabajo, atenderemos a un cliente como todos los días, y ese acabara siendo esa persona de la que huíamos.
No huyáis como yo. Tensaréis el hilo, y el tirón será más fuerte.