- Oh no - toma de mi mandíbula, acercándola más hacia él. Su mano se desliza de mi estómago, hacia mi cintura, siguiendo hasta llegar a la parte baja de mi espalda, empujando de ella para acercarme, aun mas, a el - No, no... ya no más besos incompletos.
Me mira directo a los ojos, tan fuertes y penetrantes, tan oscuros, tan llenos de deseo. Nuestra respiración choca, tan desesperada. Dios, no me hiciste para nada resistible a este hombre. Me importa un carajo querer resistirme.
¡Al diablo con los besos incompletos!