Treinta años después de que los imbéciles más poderosos del mundo apretaran el botón rojo y mandaran todo al carajo con bombas nucleares y bichos biológicos, la humanidad, en lugar de aprender algo, decidió seguir comportándose como una jauría de perros salvajes. Reconstrucción, ¿eh? ¡Ja! Esa palabra no existe aquí. Esto es el yermo, y aquí lo único que importa es el agua, la comida, las armas y cualquier cosa que puedas obtener antes de que alguien te meta un balazo.
Y bueno, en medio de toda esta mierda está Saint-Quies. No es el paraíso, pero tampoco un pozo radiactivo... bueno, no del todo. Aquí no hay héroes, ni finales felices, ni tipos buenos con sonrisas perfectas. Solo bastardos haciendo lo que sea necesario para sobrevivir un dia mas. Bandas, organizaciones, facciones... lo que sea, todos peleando por el control de cada esquina, cada uno intentando labrarse un nombre lo suficientemente temido como para que nadie se atreva a joderlos. Aquí no importa si juegas sucio o más sucio, porque al final del día, en Saint-Quies, la única ley que importa es la de la supervivencia.
Así que, si están pensando en venir a buscar suerte... mejor tráiganse un arma, o mejor dos. ¿Por qué? Porque la suerte, como todo lo demás aquí, ya está en las manos de algún imbécil con más balas que escrúpulos. ¡Bienvenidos a Saint-Quies mis idiotas!