Un golpe. Solo eso bastó para romper el silencio en aquella habitación llena de personas. El mundo pareció detenerse: los relojes dejaron de girar, el tiempo se congeló. En ese instante, solo existían ellos dos, atrapados en una mezcla de sorpresa y dolor. Él no podía creer lo que acababa de hacerle a la mujer que decía amar, mientras ella no dejaba de repetirse lo imbecil que fue al haber confiado en Pablo Bustamante.All Rights Reserved