En un pequeño rinconcito del mundo vivía un pequeñín, a pesar de su corta edad, el poseía una imaginación tan basta como el océano y tan infinita como el espacio. Cada noche, mientras la luna iluminaba su habitación, el se encaminaba a mundos llenos de aventuras, mares embravecidos, cielos despejados y galaxias lejanas.All Rights Reserved