La prioridad de Gyeong Seok ha sido y siempre será su hija, Naye-on. Enferma de leucemia, la niña ha tenido que someterse a varios tratamientos para combatir su enfermedad, unos costosos y difíciles de afrontar. Aunque Gyeong trabaja como pintor, su oficio no le permite ganar lo suficiente para cubrir todos los gastos del tratamiento y del hogar. A duras penas, logra mantenerse a flote durante el mes, pero a medida que los costos del tratamiento aumentan, se ve desesperado, sin saber cómo conseguir más dinero.
Un día, tras una jornada agotadora de trabajo en la feria, Gyeong, cansado y sumido en sus pensamientos, levanta la mirada. Y allí, a lo lejos, la ve. La mujer más hermosa y cautivadora que jamás haya visto. Su presencia, casi etérea, parece sacada de una de sus propias pinturas, y sin poder evitarlo, siente que no puede dejar de mirarla. Es la mujer que estará siempre en sus retratos.
Kim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe.
Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.