Jugar "yo nunca, nunca" nunca es una buena idea.
Y es una peor, jugarlo borracho.
Eso Archer lo sabe muy bien, aunque después de arrasar con medio ponche lleno de licor de extraña procedencia, le parece lo contrario.
Se olvida de las estrellas, de que está ahí por obligación y hasta de que no es gay, porque cuando Louis lo reta a besarlo, no hace más que pararse y tratar de cumplirlo.
Pero, cuando besas a un chico siendo otro chico mientras todo mundo piensa que eres hetero, es suficiente para llamar la atención de alguien más y que les tome una foto.
Una foto por la cual tendrá que hacer un trato con Louis. Un trato por el cual tendrán que convivir. Un trato que tal vez, lo lleve a encontrar su propia historia de amor. Un trato que le permita ser una constelación.
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aquel chico que se burlaba de mí por mi sobrepeso y al que ahuyenté cuando decidí defenderme. Mi encuentro con él y mi comentario imprudente en la fila para votar es el inicio de una propuesta que no puedo rechazar, así como tampoco puedo negar la profunda atracción y el inmenso deseo entre los dos.
De la noche a la mañana me he vuelto la futura dama y también he descubierto que soy la obsesión del presidente.