"Te veo y no sé por qué, pero quisiera intentarlo todo. Sí, ese amor incondicional que no conoce límites; caminar contigo a través de todas mis batallas, construir a tu lado recuerdos que desafíen el tiempo, contemplar tu sonrisa hasta llenar mi alma de ti. Tomarte de la mano y juntos alcanzar el horizonte, sin importar lo que venga."
Eso decía un hombre de 34 años mientras abrazaba con fuerza al amor de su vida, como si al hacerlo pudiera protegerlo de todos los males del mundo, pero pronto notó algo: su amado estaba llorando. Con cuidado, se apartó ligeramente, mirándolo con ternura antes de hablar:
-Por favor, no llores, mi amor. Sabes que no soporto verte así- murmuró suavemente, mientras con sus dedos secaba las lágrimas que caían por sus mejillas-Te amo tanto que, incluso ahora, cada instante del día en que nos encontramos sigue vivo en mi memoria, como si fuera ayer.
Con estas palabras, querido lector, comienza la historia de una pareja que, a pesar de las adversidades, encontró en el otro un refugio, un hogar y una razón para seguir adelante. Una historia de encuentros inesperados, decisiones difíciles y promesas que se forjaron en los momentos más oscuros, pero que siempre buscaron la luz.