MI ADMIRADOR SECRETO

Ella caminaba por el pasillo, ajena a las miradas que la seguían con intensidad. Sin embargo, no pasó desapercibida para él. Desde la esquina del cuarto, donde se encontraba parcialmente oculto, sus ojos no podían despegarse de su figura. La forma en que se movía, con una gracia sutil pero llena de provocación, lo desarmaba. Cada paso que daba parecía marcar el ritmo de su respiración, lenta, profunda, como si el aire se volviera más denso a su alrededor. Él, sin poder evitarlo, se mordió el labio, sintiendo cómo una mezcla de deseo y anticipación lo invadía. Sabía que no podía acercarse aún, pero cada vez que ella se cruzaba por su campo de visión, su mente se llenaba de pensamientos que se volvían cada vez más oscuros y atrevidos. El juego había comenzado.