FUGAS COMO UN DESTELLO

El eco de los gritos retumbaba en el estadio, un rugido ensordecedor que parecía abarcar el universo entero. Luces cegadoras iluminaban el escenario, y el aire estaba cargado de expectación. En el centro de todo, Yuna, vestida con un atuendo brillante que reflejaba las luces, sostenía el micrófono con manos temblorosas.

A su alrededor, las otras cuatro integrantes del grupo se movían con precisión impecable, sincronizadas como un reloj suizo. Pero Yuna no podía concentrarse en el baile. Sus ojos barrían el mar de rostros entre la multitud, tratando de encontrar algo familiar, algo que le ofreciera consuelo. Todo lo que veía eran miradas que no podía descifrar, cámaras que esperaban capturar cualquier error, y teléfonos levantados para inmortalizar cada segundo.

"¡Yuna! ¡Yuna!"