Después de un accidente inesperado en uno de sus bucles, Subaru comienza a experimentar algo que nunca antes había sentido: cada vez que muere y revive, escucha voces que parecen provenir de su propia mente, pero no se siente dueño de ellas. Estas voces no son simples ecos de su conciencia ni manifestaciones pasajeras del estrés. Son fragmentos de versiones alternativas de sí mismo, reflejos de lo que podría haber sido en diferentes circunstancias, y cada una de estas versiones representa un aspecto extremo de su personalidad, como si fueran sombras profundas que siempre estuvieron allí, esperando una oportunidad para manifestarse.
Cada voz parece tener un propósito claro: manipularlo. Una de ellas lo empuja a querer más, a desear controlar todo lo que lo rodea, susurrándole que el mundo solo puede arreglarse bajo su mando. Otra lo incita a ceder a la ira, a destruir todo lo que considera un obstáculo, sin importar las consecuencias. Hay una que lo atormenta con ideas de que nada de lo que hace tiene sentido, invitándolo a rendirse, mientras que otra lo llena de dudas y resentimientos, recordándole todas las cosas que los demás tienen y él no.
Estas voces se vuelven más fuertes y más persuasivas con cada ciclo de muerte y resurrección, al punto de que Subaru comienza a perder la capacidad de distinguir entre sus propios pensamientos y las palabras de estas manifestaciones. A veces, las voces le ofrecen soluciones ingeniosas, algo que parece una ayuda en medio del caos, pero siempre a un precio: un pedazo de su confianza, de su humanidad, o incluso de su cordura. Otras veces, lo arrastran hacia caminos oscuros, empujándolo a tomar decisiones que nunca habría considerado, alimentando sus miedos y deseos más profundos.N