Para ella, un nuevo comienzo, una oportunidad de escapar de su pasado y encontrar algo más grande.
Para él, la misma rutina en un pequeño pueblo que se ha convertido en su cárcel. Hasta que la encuentra.
Halley, como un cometa, toca su alma y luego desaparece, aterrada de lo que podría suceder si se deja llevar por el amor y el miedo a ser rota.
Nicolás, como un astrónomo, sigue su rastro, aferrándose a la única chispa de esperanza en su vida rota.
Juntos, son la prueba de que incluso las distancias más grandes pueden ser cruzadas, si se les da la oportunidad.
Pero para que Halley se dé cuenta de esto, Nicolás tendrá que demostrarle una y otra vez que no todo lo efímero está destinado a desvanecerse.