Esteban sigue en el suelo, tambaleante, y cuando Max intenta intervenir, Alonso lo detiene del brazo. Buena decisión: hasta él sabía que este tipo merecía su castigo. -¡Levántese! -le repito, dándole una patada para acelerar el proceso. Cuando finalmente empieza a incorporarse, aparece Carlos, el líder del grupo de mariachis y mi casi jefe. -A ver, Charles, un momentito. En el bar no van a pelear -me advierte. Carlos sabe bien que si uno de nosotros se mete en problemas con un cliente, será despedido. -¿Sabe qué, Carlos? Écheme -le digo, sin dudar, mientras lanzo otro golpe que impacta en el rostro de Esteban, ya tambaleante pero todavía de pie.All Rights Reserved
1 part