«Carpe diem» es la frase con la que el Padre Joaquín se despide de sus confesores.
Y también la que lo llevará a una tortuosa estadía en el infierno, aún en la casa de Dios.
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A Kenza, el sacramento de la confesión siempre le ha parecido el más hipócrita de todos.
Por ello, cuando oye más de lo que debe mientras espera para entrar al confesionario, sabe que destapará todo aquello que se esconde bajo la fachada idílica de pureza de la Iglesia.
Utilizando sus dotes para la fotografía, retrata todo aquello que se oculta a ojos de los creyentes en la Catedral de su ciudad. Y mientras lo hace, se sumerge en su propio infierno, uno personalizado, diseñado especialmente para ella: el de su mente.
Cuidado, puede que lo que leas cambie tu forma de pensar. Y recuerda: «carpe diem», queridísimo lector.
Una preadolescente entra a los juegos del calamar, en las nuevas generaciones ya no juegan juegos tan viejos, así que al pasar cada juego tendrá que aprenderlos...
¿Podra sobrevivir?
O
¿Morirá?