Sin poder admitir que eras gay

Después de regresar al colegio tras la cuarentena de 2019, me propuse ser la mejor de la escuela, destacar con mis notas y esfuerzos. Sin embargo, al volver al salón, me encontré con un cambio radical en el ambiente. Ya no éramos niños; empezábamos a crecer y a alejarnos de aquella inocencia. Todo estaba dividido en grupos: "las populares", los chicos que se creían los más cool y superiores, los que comenzaban a caer en el uso de ciertas sustancias, y, por supuesto, mi grupo.

Nosotros éramos "los raros", los frikis o, como algunos nos llamaban, los diferentes.

Éramos un grupo de cuatro al iniciar el nuevo año escolar en secundaria. Ya no estábamos en primaria como en 2019 y, durante la cuarentena, habíamos perdido casi todo contacto. Honestamente, pensé que nuestra amistad cambiaría, que quizá nos distanciaríamos. Y, aunque por un breve tiempo las cosas parecían normales, no tardé en darme cuenta de que algo sí había cambiado.

Sé que se estarán preguntando: ¿Qué tiene que ver todo esto con el título?

Pues créanme, todo esto es importante para mi historia. No importa lo absurdo que suene, nunca olvidaré aquel jueves por la mañana. Llegué tarde a la clase de sociales. Aún era una ignorante de mis emociones y de tantas cosas más. Entré apresuradamente al salón, sin pensar demasiado, solo quería sentarme rápido junto a mi mejor amigo. Juro por Dios, por todo lo que amo en este mundo, que nunca lo hice con intención de sentarme a tu lado, Jonathan.

Porque en ese momento ni siquiera sabía que existías. Eras nuevo en el salón y yo, ignorante de tu presencia, ni me fijé en ti al principio.

Pero después de conocerte, de la forma más absurda que uno puede imaginar, mi vida cambió. Y sin embargo, al principio no fui capaz de admitir algo tan simple, tan evidente... que eras gay.