En el ala oeste del Centro Psiquiátrico, había un paciente que se destacaba entre los demás. Max, el paciente número 111, era un hombre de 30 años con ojos que brillaban con una intensidad inquietante. Su mente era un laberinto de pensamientos obsesivos, y su corazón latía con un solo objetivo: que Checo sea solo suyo. Checo, un joven y apuesto trabajador del centro, había capturado la atención de Max desde el momento en que lo vio. Con su sonrisa cálida y su mirada amable, Checo se había convertido en el objeto de la obsesión de Max. Pero la obsesión de Max iba más allá de la simple admiración. Era una fuerza que lo consumía, que lo hacía sentir vivo.All Rights Reserved
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