Esta historia es 100% mía, espero sea de su agrado.
Aceptemos lo que somos, amemos nuestras imperfecciones, luchemos por lo que creemos que merece la pena. Nuestras palabras tienen poder; midámoslas con cuidado, pues lo que a nosotros no nos hiere, puede causar un profundo daño en otros.
El militar, arrogante en apariencia, mal hablado y sin sentido del humor, es un estereotipo que se desmorona al conocer su verdadera naturaleza. La rudeza y la fuerza física no son sinónimos de falta de corazón. Detrás de esa fachada, puede haber una persona vulnerable, con una historia que contar.
Allí, a lo lejos, se encuentra Jimin, conocido por todos los soldados como "el gordito". Creyó que al ingresar al ejército escaparía de los malos tratos de la sociedad, pero se encontró, sin saberlo, en la boca del lobo. Su esperanza de un nuevo comienzo se desvanece con cada día que pasa.
"Solo quiero que esto acabe..." - gritó Jimin, sintiendo el calor de las lágrimas recorrer su rostro. Le daba igual si alguien lo veía. Su único deseo era la libertad, el fin de su sufrimiento, la paz. El cansancio lo había consumido, las fuerzas lo habían abandonado. Rendirse, por primera vez, parecía una opción viable. Después de todo, ¿quién lo extrañaría?