- Eres mía - la tomó de la cintura con dureza acercando su cuerpo al de él con una mano sujeto su barbilla haciendo que ella lo mirara y la beso
No fue un beso inocente, era apasionado, profundo, la dejó sin aire, fue sintiendo como todo su cuerpo se calentaba con cada toque, por donde sus manos pasaban su piel se erizaba
Un gemido salió de su boca, no podía contenerse, nadie la había tocado de esa manera, sí, había tenido novios, pero jamás habían llegado tan lejos, no se lo había permitido
Pero este hombre la desarmaba, sus piernas temblaban cuando él le hablaba al oído
La recostó sobre la cama y empezó a besar cada espacio, cada lunar, cada rincón de su piel, se hizo un camino de besos hasta llegar a sus piernas, las que separó
Acercó su rostro hasta su punto más débil y paso la lengua delicadamente solo rozando
- Chad - gimió
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.