𝐖𝐞 𝐀𝐫𝐞 𝐘𝐨𝐮𝐧𝐠

En un pueblo olvidado por el tiempo, donde las calles parecían susurrar secretos de una España antigua, la modernidad se colaba en forma de paredes llenas de graffitis, la rutina de mi vida se rompió por completo. Todo comenzó con una foto en Instagram, enviada entre risas y complicidad por Gio, mi mejor amiga. Una simple imagen, un instante congelado, y de repente, todo cambió.

No era un simple chico en skate. Era él. Rubio, con esos ojos verdes que te atrapaban, alto, grafitero, skater, con un aire despreocupado y la energía de alguien que vive la vida en cada trazo de pintura y en cada truco sobre su tabla. Un desconocido que, sin saberlo, encajaba pieza a pieza con los fragmentos de mi corazón.

No creía en las coincidencias, pero parecía que el universo jugaba con hilos invisibles. Su música, su estilo, sus películas favoritas...
Pero el destino, con su extraña manera de actuar, no me dejó solo con sueños o ilusiones. Me dejó con un reto: conocerlo, enfrentarlo, y tal vez, perderme entre su risa y su mirada.

¿Qué haces cuando el chico de tus sueños de repente te mira como si tú también fueras los suyos? Cuando la lluvia se mezcla con su risa, cuando su arte, su pasión, escribe tu nombre en cada línea de graffiti. A veces, lo único que puedes hacer es dejarte llevar, correr bajo la tormenta y esperar que, en ese caos, encuentres algo real.

Esa noche empezó algo que no podía explicar con palabras. Fue el inicio de un 𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝𝐬 𝐭𝐨 𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬.

𝖤𝗌𝗍𝖺 𝖾𝗌 𝗇𝗎𝖾𝗌𝗍𝗋𝖺 𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂𝖺, 𝗎𝗇𝖺 𝖽𝗈𝗇𝖽𝖾 𝗅𝗈𝗌 𝗀𝗋𝖺𝖿𝖿𝗂𝗍𝗂𝗌 𝗇𝗈 𝗌𝗈𝗅𝗈 𝗉𝗂𝗇𝗍𝖺𝗋𝗈𝗇 𝗉𝖺𝗋𝖾𝖽𝖾𝗌, 𝗌𝗂𝗇𝗈 𝖼𝗈𝗋𝖺𝗓𝗈𝗇𝖾𝗌．