En un museo donde el arte y los secretos se entrelazan, Álex y Nora cruzan caminos en medio de lienzos y esculturas que parecen contener más de lo que muestran a simple vista. Para Álex, las obras no solo cuentan historias, sino que también esconden pequeños detalles que pocos se detienen a observar. Para Nora, el museo es un refugio, un escape de la ciudad y de su propia mente.
Cuando sus mundos chocan frente a La dama del espejo, una conversación inesperada desvela algo más profundo que las capas de pintura sobre el lienzo: la conexión entre dos almas que, como el arte mismo, parecen incompletas pero llenas de significado. Entre reflexiones, errores olvidados en cuadros y exposiciones que invitan a descubrir, ambos comienzan a darse cuenta de que a veces las mejores historias no están enmarcadas, sino que suceden en los pasillos.
Una novela que explora la magia de los encuentros inesperados, el poder de los detalles y cómo el arte puede ser el espejo en el que descubrimos partes de nosotros mismos.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.