Eun-ji, siendo la hija de Gi-hun, tuvo que crecer sin una figura paterna, ya que su madre siempre decía que él era un hombre sin futuro ni aspiraciones.
Después de muchos años de vivir lejos y sin comunicación con su padre, Eun-ji decide regresar a la ciudad donde vivía, tras la repentina muerte de su madre. Mientras se dirigía a la estación de tren, un hombre bien vestido se le acercó y le ofreció jugar un juego. Eventualmente, ella aceptó. Durante el juego, recibió algunas bofetadas y un poco de dinero en efectivo. Al final, el hombre le dirigió una sonrisa ladina y dejó en su mano una tarjeta con tres símbolos: un círculo, un triángulo y un cuadrado.
Una vez es coincidencia...
Dos veces casualidad...
La tercera vez, ya es un patrón.
Un patrón que no es forzado. Sangwoo se ve en vuelo a volver a ver a Do-Hee después de cuatro años sin saber de ella...
Pero no en las mejores circunstancias, tal vez este juego los una más de lo que debería...tal vez los sentimientos reprimidos de Do-Hee salgan al compartir mucho tiempo con Sangwoo.
¿Pero que pasara cuando ella se entere que... Sangwoo no es lo que tanto idealizo?