[ 𝘛𝘰𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻𝘰́ 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘤𝘶𝘢𝘳𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘦́ ]

La escuela era un caos ordenado, un murmullo constante de conversaciones superpuestas y risas dispersas en los pasillos. Charly, tenía la costumbre de quedarse más tiempo del necesario en ciertos lugares, como si esperara algo sin saber exactamente qué. Gustavo, siempre pasaba por ahí con ese aire de quien entiende cosas que los demás todavía no.
No hablaban prácticamente nunca, pero cuando lo hacían, parecía que el resto del ruido se apagaba un poco. Charly empezó a notar que sus propias frases eran más cuidadosas cuando él estaba cerca, como si quisiera decir algo más sin decirlo del todo. Gustavo, en cambio, tenía esa manera de mirar que dejaba preguntas en el aire, aunque nunca preguntara nada.
Las coincidencias se repetían. Un cruce de miradas en un aula casi vacía, un roce casual en la fila del comedor, una conversación sobre música que duró más de lo planeado. No había urgencia, no había declaraciones. Solo una sensación que crecía en los espacios en blanco, en lo que no se decía.