El aire en la sala estaba frío, pero no tanto como la sensación que siempre había acompañado a Bi-Han. Durante años, su corazón había estado cubierto por un hielo inquebrantable, una coraza de dolor y resentimiento. Había sido un guerrero, una máquina de venganza, y en su mente, el amor nunca había sido más que una debilidad. Pero todo cambió cuando ella entró en su vida.
Lizzy no era como las demás. Su dulzura, su bondad infinita y su capacidad para conectar con él de una manera que nadie más podría, le hicieron sentir algo que nunca creyó posible: esperanza. No solo esperanza de redención, sino una sensación tan profunda que casi le arrancó el aliento cada vez que estaba cerca de ella. Era como si, por primera vez, pudiera ver el cielo a través de la niebla que lo había rodeado durante tanto tiempo.
Al principio, él no entendía lo que le sucedía. Ella lo miraba con esos ojos azules que parecían reflejar toda la belleza del océano y, de alguna manera, cada vez que la veía, el hielo que había cubierto su corazón comenzaba a desmoronarse lentamente. Como si el agua, el elemento que Lizzy dominaba con una gracia sobrenatural, pudiera derretir las cadenas que lo habían atado a su oscuridad interior.
No era solo la magia lo que lo atrapaba. Era la forma en que ella lo hacía sentir, como si estuviera atrapado fuera del cielo, esperando a ser liberado. Sus palabras eran suaves, pero llegaban con la fuerza de un torrente, abriendo su alma como nunca antes lo había hecho nadie. Lizzy lo había hecho entender que el amor verdadero no era una debilidad, sino una fuerza que podía sanar y reconstruir incluso a los corazones más rotos.
Ella odia la atención
Él adora la fama que tiene como jugador
Ella ama leer
Él ama el fútbol
¿Conseguirán ser más que amigos aunque ella sea vasca y él catalán? ¿Aunque ella odie el fútbol y él leer? ¿Aunque él la vea como la fan del Athletic y ella como el defensa del Barça?