En una vida hubieron dos almas, una cuya llama fue extinta y consumida por la oscuridad del abismo ya hace mucho tiempo, la otra aún con su llama persistente y tan ardiente como brillante, aún así, no importa que tanto arda o brille la llama de alguien, siempre habrán males en el camino hacia la cima que harán de todo con tal de hundirte y pierdas lo que te hace un humano, ocasionando que hagas cosas no propias del que antes eras tu, con tal de ser apreciado por los demás, aunque eso termine con la muerte total del que alguna vez fue dueño de ese cuerpo ahora vacío.
Eso es algo en lo que Gray cree, el cual aun muerto por dentro tiene una diminuta brasa casi imperceptible para todos, incluyéndole.
Ana a diferencia de él, aun conserva una llama cálida, brillante y tan ardiente que puede iluminar el abismo, como lograr sanar poco a poco a Gray.
Al principio cuando se conocieron, ambos pensaron que eran muy distintos el uno al otro, Gray con su inexpresividad, falta de emociones y sentimientos, Ana con una sonrisa alegre, expresiva en todo lo que hace y llena de emociones como de sentimientos.
Con el pasar del tiempo Ana fue curando a Gray a un punto que fue la única persona que se dio cuenta de la diminuta brasa aun persistente en él y con eso visto se propuso, se juro así misma el encender la llama de la alma de Gray, aunque primero tendría que reconstruir su alma y luego algún día poder ver de lo que Gray es capaz de conseguir ahora vivo una vez más.
Al menos eso era la idea de su plan, nunca pensó que la oscuridad del abismo iría a reclamar su llama, su alma y a la persona que más le importaba, al final a pesar de toda la lucha constante y objetivos logrados, ambos cayeron sin oportunidad alguna de volver a escalar, ellos ya no podían seguir en el mundo que les toco nacer.
Pero nunca hay que subestimar a un humano y menos cuando este juro que su alma ardera y brillara como un sol, a su vez que este prometió hacer feliz a la persona que am
Ocho años.
Apenas contaba con ocho años cuando mis ojos inocentes se encontraron por primera vez con la sombra de la muerte.
A los once, fui testigo de cómo mis acciones desencadenaron ese oscuro e inevitable encuentro.
Desde ese fatídico día, la muerte y la culpa se aferraron a mí como sombras implacables, como guardianes silenciosos que caminaban a mi lado en este mundo asolado por el apocalipsis. Las memorias de mis padres, aunque ausentes en carne y hueso, se convirtieron en compañeras inquebrantables, proyectando su influencia y las lecciones que no pudieron enseñarme en las profundidades de mi existencia.
En este nuevo y despiadado mundo, el miedo no solo se ocultaba más allá de nuestras barricadas, sino también detrás de cada puerta cerrada y ventana tapiada. Los llamábamos "caminantes", criaturas impulsadas por un insaciable hambre de carne y sangre, pero la verdadera amenaza no se limitaba a ellos. Los propios seres humanos, en su búsqueda despiadada de supervivencia, rivalizaban con la crueldad de los no-muertos.
En este escenario despiadado, los errores eran lujos que no podíamos permitirnos. Un simple paso en falso podía desencadenar la destrucción de nuestro refugio, el exilio, la muerte o un sufrimiento inimaginable. La muerte en este mundo adoptaba dos formas: una agonía lenta e incontrolable, marcada por un mordisco o un rasguño, o una experiencia rápida y brutal.
Siendo apenas un niño, me enfrenté a una elección desgarradora: madurar y fortalecerme o sucumbir ante las crueles exigencias de este mundo implacable. La pregunta que atormentaba mi mente era si tendría la valentía y la fuerza para sobrevivir.
Así comienza mi relato, una historia de supervivencia en un mundo que ha perdido su humanidad. ¿Seré capaz de enfrentar los desafíos que este nuevo orden impone, o me sumiré en la oscuridad que amenaza con devorarme?
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⚠️Historia orientada a la serie The walking Dead, tiene cosas de esa serie⚠