Choque de amor

Andrea salió del estacionamiento del campus con su moto negra rugiendo bajo ella. El casco, que ocultaba parcialmente su cabello rubio, no podía esconder la intensidad de su mirada, fija en el camino. Era su forma de liberar tensiones, de dejar atrás un día más de clases interminables en la exigente Facultad de Medicina de Georgetown. El mundo podía esperar mientras ella sentía la adrenalina correr por sus venas, acelerando por la avenida mojada tras una ligera lluvia.
Concentrada en la ruta, no notó al auto que se aproximaba demasiado rápido en el cruce. Todo ocurrió en un instante. Los neumáticos chirriaron, un golpe seco resonó en el aire, y Andrea salió despedida, rodando varios metros antes de detenerse. El dolor inmediato fue opacado por la furia que comenzó a arder en su pecho.
-¡¿Estás loco o qué?! -gritó, quitándose el casco mientras trataba de levantarse.
Del auto bajó un chico alto, de cabello negro y rostro visiblemente nervioso. Su chaqueta estaba empapada por la lluvia, pero parecía no notarlo.
-¡Dios, lo siento! ¡No te vi a tiempo! -dijo con urgencia, acercándose a ella-. ¿Estás bien?
Andrea lo fulminó con la mirada, sujetándose el brazo adolorido.
-¿Eso parece? ¡Me tiraste de la moto!
-Yo... iba al hospital. Mi hermana está dando a luz y... -intentó explicar, pero su voz sonaba temblorosa.
Andrea bufó, tratando de mantener el equilibrio.
-¿Y eso te da derecho a atropellarme? Aprende a conducir primero.
William, insistió en llevarla al hospital . Andrea, aunque molesta, aceptó.
Ese accidente, aunque insignificante al principio, marcó el inicio de algo que Andrea jamás habría esperado que el extraño que la atropelló no solo rompería su rutina, sino también las paredes que ella había construido para protegerse del mundo.