-Nunca tengas hijos, House -propuso.
-Te lo prometo.
***
Tu amigo no vivirá mucho tiempo, en cinco meses todos los recuerdos que alguna vez estuvieron presentes se esfumarán en el viento, la conversación profunda que comunicaron unos días atrás se desplazará a la parte más oscura de tu mente, todos esos sentimientos que se formarían en un futuro se hundirán muy adentro de tu corazón.
Lamentaba cada acontecimiento, cada palabra, cada pequeño sentimiento de amor; no había remedio, quedaría vulnerable ante la soledad, una vez más.
Cuando los sollozos se convertían en gritos ahogados, cuando el dolor era difícil de sedar hasta con drogas, una llamada del teléfono ya sin dueño resonó en las paredes de la habitación, haciéndolo olvidar aquel silencio que tanto lo atormentaba.
No había imagen, no había persona, solo un corazón vacío con recuerdos del pasado.
Aquella promesa, la conversación, los llantos, las risas. Era como si todo se repitiera ante sus ojos.
Veía a través de una foto inexistente a su amigo, su cabello, su barbilla y sus ojos.
Gregory House debía tomar una decisión, seguir dañándose a sí mismo en aquel departamento vacío o aceptar la responsabilidad de una criatura, con la nariz, la forma de la cara y esa mirada de la persona que tanto amo una vez, James Wilson.
Me gustaría agradecer a Susurro Firme, ya que sin su ayuda estoy no hubiera sido posible.
Y aquí empieza de verdad "Mi Querido Compañero", disfruta seas quien seas.
«Lo peor no fue enamorarme de mi mejor amigo.
Lo peor fue tener que fingir que no lo hacía... cada día, durante años.»
Mi Querido Compañero
Dicen que todo puede cambiar en una semana.
Pero nadie te advierte de lo que ocurre después.
De cómo una habitación compartida, una carcajada fuera de lugar, una mirada que dura más de lo permitido...
pueden dejarte con el alma abierta durante seis semanas.
Y el corazón, para siempre.
Esta no es una historia de amor al uso.
Es la historia de lo que pasa cuando el amor se calla demasiado tiempo.
Cuando finges amistad para no perderlo, aunque eso signifique perderte a ti mismo.
Hugo amó en silencio.
Amó mientras bromeaban, mientras se chocaban los hombros en los pasillos, mientras se abrazaban como si no doliera.
Rubén, sin saberlo, era su refugio... y su herida.
Después del viaje, todo cambió. Pero lo que vino después dolió más.
Seis semanas de distancia.
Seis semanas sin hablarse como antes.
Seis semanas en las que todo se llenó de ausencias que nadie quiso nombrar.
Y ahora ese número -seis- lo persigue a todas partes: en los relojes, en las canciones, en los recuerdos.
Esta historia no grita.
No necesita hacerlo.
Te rompe desde lo más pequeño:
Una frase no dicha.
Un mensaje no enviado.
Un "te quiero" que se quedó colgado entre el pecho y la garganta.
Es una historia de días normales... donde todo duele.
De un amor tan profundo que nunca se atrevió a hablar.
Y de un silencio que, cuando por fin se rompe, ya no puede detener lo inevitable.
Porque a veces no hace falta perder a alguien para echarlo de menos.
A veces basta con que ya no te mire igual.