Lena y Axel solían tenerlo todo: risas compartidas, secretos susurrados al oído y planes para un futuro juntos. Pero algo se rompió, y ahora son extraños que se cruzan por casualidad en las calles de una ciudad que solía ser su refugio. Cada mirada esquiva y cada palabra no dicha pesa más que cualquier grito.
Lena intenta llenar el vacío con nuevas experiencias, nuevas personas, pero nada parece compararse a lo que tuvo con Axel. Él, por su parte, se ha vuelto una sombra de lo que era, fingiendo que no siente nada mientras las canciones que compone cuentan una historia distinta. Ambos creen que el otro ha seguido adelante, pero la verdad es que aún están atrapados en el recuerdo del amor que dejaron ir.
Un encuentro inesperado en una galería de arte reabre las heridas y desentierra las emociones enterradas. ¿Podrán enfrentar el pasado y encontrar una forma de hablar otra vez? ¿O seguirán siendo prisioneros de lo que no se atreven a decir?
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.