Victoria es una optimista empedernida, que sabe una cosa cuando se trata de la vida; los cambios siempre son para mejor.
Excepto cuando el cambio viene con una policía realmente cabreada apuntando con un arma, exigiendo que ponga su vida y la de toda su familia en riesgo convirtiéndose en una espía para la policía dentro de la organización a la que pertenece por apellido.
Bueno, a mal tiempo buena cara, ¿no?
Lastima que si fallaba ya no tendría cara.
Ni tiempo, para ser precisas.
Dean tiene una pesadilla de semana, solo para terminar con que la policía que tiene infiltrada en uno de los grupos más peligrosos ha tenido un pequeño desliz: se ha enamorado de su investigado. Y ha montado una escena, ni más ni menos..
Mierda y doble mierda.
Entonces se encuentra cara a cara con la persona dueña de todas sus fantasías adolescentes (y adultas, para su pesar): Victoria Amoretti.
No debería haber deseado nunca la belleza curvilínea, pero un vistazo a esos inocentes (no realmente) ojos lo había derrotado. No había manera de que se pudiera negar que pertenecía a algo turbio y aunque eso no lo detuvo de caer por ella cuando era adolescente sin ninguna interacción con la implicada (¿que tan patético sonaba eso?) estaba seguro que ahora con treinta y cuatro años podría lograrlo, siendo director de una unidad y SEAL.
¿verdad?
Oh, por favor, ¿verdad?