La primera canción (Andy Biersack)

Prólogo

El verano en el que conoció (tn) a Andy Biersack quedó grabado en su memoria como melodía imposible de olvidar.

(tn) tenía nueve años cuando su madre la llevó a pasar las vacaciones en un pequeño pueblo de Ohio. En ese entonces, la música aún no era su refugio, pero siempre tarareaba melodías en su cabeza sin darse cuenta.

Y luego, una tarde cualquiera, lo escuchó.

Una voz juvenil pero firme, cantando con pasión en el parque.

Un chico de diez años, de cabello oscuro y ojos azules, con una guitarra en las manos y una intensidad inusual para alguien tan joven.

Andy.

No se hicieron amigos de inmediato. Él era terco y ella desafiante. Se lanzaban miradas de reto, se empujaban con palabras y discutían sobre bandas que ni siquiera conocían bien.
Pero cuando (tn) tomó su guitarra y se animó a tocar junto a él, algo cambió.

En ese verano, entre canciones improvisadas y tardes enteras en el parque, forjaron un vínculo que ninguno de los dos supo cómo explicar.

Se prometieron seguir en contacto.

Se prometieron reencontrarse.

Pero la vida tenía otros planes.

Los años pasaron. Los caminos se separaron.

Y aunque nunca volvieron a hablar, la música seguía siendo el eco de aquel verano.

Porque algunas conexiones no desaparecen.

Solo esperan el momento adecuado para regresar.