A veces no logro dormir.
No por insomnio, no. En realidad, es por miedo.
A veces, entre el último segundo consciente y el caer en el mundo onírico, la idea de la muerte hace eco en mi cabeza y entonces el corazón se me acelera y cualquier atisbo de calma previa se va, dejándome en un estado de alerta como si estuviera siendo perseguida.
Le temo a la muerte.
No sé desde cuándo empezó este miedo, que seguramente comparto con algunos; pero sé que desde que apareció trato de ignorarlo suponiendo que, si no le doy voz, lo dejaré de escuchar. Pero cada vez encuentra la forma de imponerse sobre cualquier táctica que en vano utilice.
Así que he decidido escribir sobre ello, y sobre cualquier otra cosa que mi inquieta mente requiera soltar para poder romper el espiral de dudas que siempre me ataca por las noches.
Si quieren continuar con la lectura, sean todos bienvenidos.