A primera vista, Dragonic Deus parece un mundo de ensueño: un paraíso de mujeres deslumbrantes donde un hombre podría forjar su propio harén. Pero la realidad dista de ser tan complaciente. Para alguien que una vez fue un simple humano, la reencarnación en este universo no es una bendición, sino una sentencia de muerte. Después de todo, en la cadena alimenticia de este mundo, el eslabón más débil es siempre el primero en ser devorado.
Sin embargo, incluso la existencia más insignificante puede atraer la mirada de seres que trascienden la comprensión humana. Esa es la ley inexorable de este mundo. Y él, de alguna manera, terminó en posesión de uno de los trece Longinus originales, armas capaces de matar a un dios. Pero ni su Longinus ni su linaje dentro de este universo cambiaban un hecho fundamental: seguía siendo, en esencia, solo un humano. Como todo reencarnado, recibió un don, aunque el precio que pagó fue demasiado alto: en su pasado dentro de este mundo, lo perdió todo.
Aún no es consciente de que la elección que hizo al aceptar aquel objeto definirá su destino más allá de lo que imagina. Porque un reencarnado siempre está tentado a desafiar al propio destino, a moldear el espacio y el tiempo con la esperanza de alcanzar el "mejor final".
Pero él no es más que una anomalía en una línea temporal que apenas difiere de la original. Sin embargo, cada decisión que tome, cada lazo que forme o rompa, podría alterar la historia hasta volverla irreconocible. La pregunta no es si cambiará el futuro... sino si logrará soportar el peso de las llamas que lo consumirán en el proceso.