En una aldea a orillas del río Naya, Marciana se despertaba cada día con el mismo pensamiento: proteger la piangua. Su madre le había enseñado que esos moluscos eran vida, pero cada vez eran más escasos.
Un día, al ver la tristeza en los ojos de su gente, decidió actuar. Junto a otras mujeres, formó un grupo para frenar la recolección y aprender nuevas formas de subsistir. Con el tiempo, los moluscos regresaron y la comunidad floreció.
Ahora, cada vez que recoge una piangua, lo hace con respeto. La lucha por el manglar no ha terminado, pero Marciana sabe que no está sola. #HistoriasDeVida #Sostenibilidad #Colombia #MujeresFuertes