Amelie Gallagher nunca buscó la fama. A pesar de provenir de una familia donde los reflectores y las cámaras parecían ser el pan de cada día, ella siempre prefirió mantenerse en la sombra. Su primo menor, Aidan Gallagher, había sido un niño prodigio en la industria del cine, mientras que ella solo aceptaba papeles secundarios, sin ningún interés real en brillar bajo los focos. Para Amelie, la actuación no era un sueño, sino una simple coincidencia en su vida.
Pero hubo un tiempo en que las cosas fueron diferentes. Hubo un tiempo en que los días estaban llenos de risas compartidas, sueños secretos y miradas que hablaban más de lo que ninguno de los dos se atrevía a decir. Timothée Chalamet no solo fue su mejor amigo, sino también alguien que, por un instante, pudo haber sido algo más. Hasta que el destino los separó.
Timothée se convirtió en la estrella de cine que todos admiraban, el actor que deslumbraba en cada alfombra roja, el nombre que aparecía en los titulares. Y Amelie... bueno, ella simplemente se quedó atrás, viendo cómo su mundo se transformaba sin ella.
Los años pasaron, cada uno siguió su camino, hasta que un evento inesperado los obligó a reencontrarse. Quizá fue el destino o tal vez una simple casualidad, pero allí estaban, de nuevo frente a frente, con todas las preguntas que nunca llegaron a hacerse y los sentimientos que, por más que intentaron enterrar, nunca desaparecieron por completo.
Él ya no era el chico que solía conocer. Ella tampoco era la misma. Pero entre los flashes de los paparazzis y los recuerdos de un pasado inacabado