El arte de doblegar | Yeongyu

Beomgyu no creía en la verdadera sumisión.

Para él, todo se reducía a sugestión psicológica. Un sumiso no obedecía porque realmente lo deseara, sino porque su mente era moldeada para ello.

Esa era la base de su investigación.

Con una licenciatura en psicología, una maestría en psicoanálisis y un interés académico en las dinámicas de poder, Beomgyu estaba convencido de que la sumisión no era una inclinación natural, sino un resultado de la manipulación mental. Pensaba que el deseo de someterse era solo el producto de un profundo condicionamiento, y planeaba demostrarlo.
Para ello, necesitaba a alguien que desafiara su percepción, alguien que estuviera dispuesto a mostrarle las entrañas del BDSM.

Por eso, cuando consiguió una entrevista con Choi Yeonjun, uno de los dominantes más respetados y enigmáticos del mundo BDSM, vio la oportunidad perfecta para probar su teoría.

Yeonjun era todo lo que Beomgyu había imaginado: controlado, imponente, con una presencia que hacía que la gente a su alrededor se tensara instintivamente. Su cuerpo, su mirada, lo proyectaban como alguien a quien no se podía desafiar. Pero lo que más desconcertó a Beomgyu fue que Yeonjun no mostraba ni una pizca de arrogancia. No necesitaba alzar la voz para ser obedecido; su seguridad era absoluta, pero tranquila. Era un hombre que entendía que el verdadero poder no se impone. Se recibe.

Beomgyu se preparó para desmontar su mundo.

Sin saber que, pronto, sería él quien caería en la red de poder y control que había creído entender tan bien.