RBD regresó a los escenarios con una gira histórica que conquistó al mundo entero. 54 fechas llenas de nostalgia, complicidad y una energía que los hizo sentir como en los viejos tiempos. Pero el éxito de la gira no vino sin consecuencias: un escándalo financiero sacudió al grupo cuando se descubrió un faltante millonario en las cuentas, lo que desató tensiones, demandas y rompimientos dentro de la banda.
Dulce María y Christopher Uckermann, la fractura no fue solo profesional, sino también personal. Años atrás, compartieron algo más que una amistad, pero nunca se atrevieron a dar el paso definitivo. Ahora, el destino parecía empeñado en hacerlos enfrentarse de nuevo a esos sentimientos que nunca se apagaron, aunque sus vidas estuvieran completamente distintas. Casada con una familia estable, luchaba con el conflicto interno de revivir emociones que había dejado en el pasado. Su matrimonio había sido su refugio, su estabilidad, pero ¿qué pasaba cuando el corazón se rehusaba a olvidar?
Christopher, por otro lado, tenía una relación que muchos consideraban perfecta, pero en su interior sabía que algo faltaba. Durante la gira, cada mirada, cada roce y cada noche compartiendo recuerdos con Dulce hicieron que todo lo que creía haber superado volviera con más fuerza que nunca. Con la banda dividida y el escándalo amenazando con sepultar su historia juntos, ambos se ven obligados a enfrentarse a la verdad: ¿Realmente dejaron de amarse o solo aprendieron a vivir sin el otro?
Entre encuentros furtivos, recuerdos de un pasado que aún duele y la incertidumbre de lo que está en juego, Dulce y Christopher deberán decidir si se aferran a sus vidas actuales o si, finalmente, se atreven a cerrar la historia inconclusa que dejaron años atrás . Pero el amor, cuando es verdadero, no entiende de tiempos ni de circunstancias. ¿Será demasiado tarde para ellos? ¿O esta segunda oportunidad será el inicio de algo que debió haber sido desde siempre?
El corazón me dio un vuelco cuando mi mente volvió hasta él. Sonreí contra la almohada sin poder evitarlo. Christian, sin darse cuenta, me había hecho sentir la felicidad y la ilusión más feroz que había sentido en mi vida. Seguía teniendo tatuados en la mente los nervios que sentía cuando estaba cerca, maldita sea, recordaba mis manos temblando cuando me cruzaba con sus ojos grises, esos que tenían una mirada intensa e implacable.
Le decía a mi hermano que había pasado página con respecto a él, que lo tenía superado, pero a menudo seguía viéndole en mis sueños. Porque un amor así no podía olvidarse de un momento a otro... porque, en el fondo sabía que, probablemente, jamás sería capaz de olvidarlo.
Lo que no sabía en ese momento era que no sólo podría que dejar de preocuparme por pasar página o no, sino que además él iba a regresar a mi vida, pasando como un huracán que haría que nada volviera a ser como antes.