El sabor de lo prohibido

Dicen que el destino es caprichoso, que se divierte juntando piezas que jamás encajarían en un mismo rompecabezas. Como una joven italiana que soñaba con telas y pasarelas, pero que pasó años con el estómago vacío y las manos llenas de bocetos. Como un inglés con apellido de prestigio, que tenía todo lo que el dinero podía comprar, excepto una razón para sonreír de verdad.

Ella aprendió a coser su propio futuro con esfuerzo, puntada tras puntada, hasta que el mundo de la alta costura la aceptó como una de las suyas. Él aprendió a defender causas que nunca le importaron, mientras sus palabras, las que realmente amaba escribir, quedaban atrapadas en el fondo de un cajón.