Maze Runner: Contratiempo

Cuando era niño, la ciudad olía a muerte. A óxido y carne podrida.

Recuerdo el peso de Susan en mis brazos, su llanto apagado contra mi pecho mientras corría. Mi corazón golpeaba con violencia dentro de mi pecho, acompañado con el rugido de las criaturas que nos perseguían. No podía mirar atrás. No podía detenerme. El aire estaba cargado con el hedor del virus, el eco de disparos lejanos y el sonido de la desesperación. Mi madre me ordenó huir. Mi padre intentó contenerlos, y mis piernas se movieron antes de que pudiera procesarlo.