Si te detienes durante unos segundos a escuchar el río, puedes descifrar miles de palabras, que llegan como en susurros, y en ocasiones, cuando se revuelve, se expresa en gritos que aturden hasta al más silencioso de los árboles que deja caer sus hojas ante la suave brisa que llega sin avisar.
El río corre, buscando su cauce.
Se desliza entre las rocas, llevándose todo a su paso.
Es testigo de lágrimas, que se funden con el agua.
Vigila cada paso que lo atraviesa.
El río conversa con aquellas almas solitarias, que acuden a él, a contemplarlo y a sumergir sus pies, anhelando aquella calma arrebatada.
Laura, caminaba por el sendero cubierto de una espesa vegetación. Mariposas blancas revoloteaban a su alrededor.
Transitaba por el lugar, rozando con su dedo índice la única flor que se asomaba tímida, ante el verde que lo invadía todo.
El canto de los pájaros, como un coro del amanecer, se mezclaba con aquel rumor que llegaba en un dulce eco.
Al bajar, por el camino que se iba inclinando aún más, el río le dio la bienvenida, como si la hubiera estado esperando desde siempre.
Sin dudarlo, se acomodó en cuclillas sobre una inmensa roca y se quitó los zapatos para que el agua acaricie sus pies. Cerró los ojos y un viento gélido le erizó la piel. Las lágrimas habían comenzado a caer a borbotones y en aquel lugar se ahogó en sollozos.
Laura, retomó el camino de regreso con un puñado de lágrimas en las manos y miles de palabras sin decir.
El rumor del río seguía en sus oídos, invitándola a soltar aquello que tenía atascado en su garganta.
No reparó en que una mujer de cabello blanco y de ojos color miel la observaba, mientras leía un libro, apoyada sobre un árbol.
Sobrevivió a la muerte pero el verdadero peligro acaba de comenzar.
Todos en el reino enemigo deseaban verla muerta, su desaparición significaba el fin de una era... o eso creían.
En lugar de morir, fue enviada al distrito de jinetes, un lugar donde el peligro acecha en cada rincón, y donde su verdadera identidad debe permanecer oculta a toda costa.
Pero no está sola.
Entre traiciones, criaturas indomables y un destino que se cierne sobre ella se encuentra Rigel Heisenbergs: el jinete más letal del distrito.
Su misión es protegerla, pero su mayor deseo es verla destruida.
Cada mirada entre ellos es una batalla silenciosa. y cada paso que da la acerca más a una guerra que podría consumirlo todo.
Un beso, una profecía y una traición que cambiará el curso de la historia.