"Los pecados no pueden ocultarse para siempre"
La pelea estalló una noche en la que la luna se ocultaba tras las nubes, presagio de tragedia. Lucius supo, quizás no todo, pero lo suficiente. Sus ojos, siempre fríos pero nunca crueles, se volvieron dagas afiladas. No alzó la voz, pero su dolor fue más ensordecedor que un grito.
-Dímelo a la cara -pidió con serenidad, aunque sus manos temblaban -Dime que no has compartido tu lecho con otro
James, con el corazón al borde del abismo, no pudo mentirle.
-Yo... No quise, no pude... Lo siento.
Lucius cerró los ojos, tragandose la traición como un veneno amargo.
-No, James. No lo sientas. Porque si lo sintieras, habrías sido sincero antes.
La culpa lo destruyó en ese instante. ¿Por qué no podía amar a aquel que le ofrecía todo?
-No comprendo -la voz baja, casi un susurro cargado de aflicción- ¿Acaso no te he dado todo? ¿No he sido suficiente?
James alzó la cabeza, y en sus ojos danzaban la culpa y la desesperación. No era que Lucius no fuera suficiente. No era que no lo tratara con ternura, que no lo amara con cada átomo de su existencia. Era sencillamente que James no podía darle lo que no le pertenecía. Su corazón, su alma, su amor... ya eran de otro.
De el.
-Perdón -susurró, la garganta cerrada por el peso de sus acciones-. Perdoname... lo intente..
Lucius se acercó, alzando una mano temblorosa hasta el rostro de James. Sus dedos, finos y elegantes, acariciaron su mejilla con la misma dulzura con la que se acaricia algo irremediablemente perdido.
-Dime... ¿alguna vez me amaste? ¿Alguna vez creíste en este matrimonio?
James bajó la mirada. No podía mentirle. No a quien, por mucho que le doliera admitirlo, era un hombre honorable a su manera. Lo había amado con pasión, le había ofrecido todo lo que estaba en su poder. Pero James... James solo podía amar a Severus.
El silencio fue la única respuesta.
Y en ese silencio, Lucius comprendió.
Los giros que daba la vida, las almas que se van recolectando en medio de este mar que es el destino , siendo rencoroso y poco favorecedor.
O eso pensaron hasta la llagada de Régulus a Gotham, donde tendrá que pagar el favor al destino al ayudar a una pobre alma
- ¿Cómo lo rompo?
- Wow, eso es imposible, digo . Literalmente fueron hechos el uno para el otro
- ¿ No te gusto ?
Régulus nunca a sido bueno en sus emociones e imposible en cuestiones sentimentales así que cuando un omega se imprima de él tendrá que descubrir que las palabras hieres y cuidar sus acciones.
La suerte Potter no es nada a la maldita suerte Black.