Mirada de ángel

El frío viento de Londres se filtraba entre las rendijas de la ventana del taxi, helando las manos temblorosas de Freen. Su maleta descansaba sobre sus piernas, ligera, pero cargada de esperanzas. Era la primera vez que salía de su país, la primera vez que se alejaba de su madre, y todo por una oportunidad que no podía dejar pasar.

El destino la había llevado hasta aquí: una oferta de trabajo inesperada, una promesa de dinero suficiente para costear el tratamiento de su madre. Ser dama de compañía de una joven adinerada no parecía una tarea difícil, pero en su corazón había una inquietud que no lograba calmar. ¿Qué esperaba de esta experiencia? ¿Un simple empleo? ¿O algo más que todavía no comprendía?

Rebecca. Ese era el nombre de la mujer a la que debía cuidar. Había perdido la vista en un accidente, el mismo que le arrebató a su madre. Freen no la conocía, pero al cruzar las puertas de aquella mansión de piedra antigua, supo que su vida estaba a punto de cambiar.

Y no porque fuera un país diferente, ni porque estuviera lejos de casa. Sino porque, sin saberlo, estaba a punto de perderse en un par de ojos que ya no podían ver, pero que la mirarían de una manera en la que nadie antes lo había hecho.

Porque a veces, la luz más intensa nace en la más profunda oscuridad.
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Esta historia es original mía.