Uno mas uno

Tan solo con 13 años, pensé: "No voy a confiar más en el amor, no me voy a enamorar", y estaba mal, también debido a mi antiguo amorío. Tenía un lugar secreto, en el jardín de casa bajo las azaleas cultivadas por papa. Plante el nombre y allí lo pronuncie por primera vez: Pa-blo...- Los sonidos saltaron sobre mi mano derecha, que me cruzaba la boca para recogerlos uno por uno. Tenía miedo de que se me cayera alguno. De ese modo, ¡Zas!, la magia rota y Pablo se me perdería para siempre: Los sentimientos chocaron contra mi piel, cerré la mano, ya era mío. Después lo plante apresurada para que mis hermanos menores no descubrieran el secreto y corrí al comedor donde ellos y mis padres me esperaban para almorzar. Todos estaban alegres aquel domingo, yo también, ¡Acababa de plantar el nombre de mi amigo! Ah... no podía contárselo a nadie: ¡Yo no conocía a ningún Pablo! ¡Cómo se iban a reír mis hermanos si les decía que me había inventado un amigo! ¿Y mi mama? Seguramente me volvería a repetir que mis verdaderos amigos son Milagros, Alejandro, Sebastián y Priscila. ¿Y papa? Papa se limitaría a responderme con un dulce silencio... ¿Quién iba a entender que yo necesitaba a un Pablo y que en algún momento tenía que aparecer porque había plantado su nombre con amor? El tiempo que hubiera que esperarlo no me importaba, es más el tiempo para mí no tenía ninguna importancia.